Una investigación de la Universidad de Estocolmo advierte que el agua de lluvia ya no es potable ni en las zonas más remotas y conservadas.
La contaminación generada por la humanidad es tal que ha contaminado el agua de lluvia, y este líquido ya no puede ser considerado ‘potable’. Eso es lo que advierte un estudio realizado por la Universidad de Estocolmo y ETH Zurich.
Los investigadores analizaron el agua de lluvia de diferentes puntos del planeta, incluyendo áreas urbanas y naturales, y hallaron perfluoroalquilo y polifluoroalquilo -PFAS- en niveles que “exceden por mucho” los niveles recomendados por las agencias ambientales.
Estas sustancias fueron desarrolladas en 1938 por el joven químico Roy Plunkett, quien en ese momento trabajaba para la química DuPont. Inicialmente los PFAS se usaron como antiadherentes en el teflón; pero su particularidad de tener una alta resistencia a las elevadas temperaturas, a la corrosión, el aceite o el agua hicieron que estos compuestos se utilicen en un sinfín de productos y utensilios.
Los PFAS están en tu envase de shampoo, en el hilo dental, en el lubricante para bicicletas, en los envoltorios de las hamburguesas de Mc Donalds y Burguer King, en las sartenes antiadherentes, en algunos cosméticos y en muchos otros lugares.

Estos compuestos han logrado transferirse al suelo, los sedimentos, las capas de hielo, las plantas y el agua. También se han detectado PFAS en tejidos vivos de animales de todo el mundo.
La particularidad de estas sustancias es que se crean mediante la fusión de átomos de carbono y de flúor, esto le da su resistencia característica y hace que los compuestos sean prácticamente irrompibles. “Se les llama sustancias químicas eternas porque son increíblemente persistentes”, comentó David Andrews, científico experimentado del Grupo de Trabajo Ambiental, una organización ecologista estadounidense.
Según los expertos, los niveles de PFAS pueden tardar siglos en desaparecer del ambiente, y debido a que se usa en un sinfín de productos y utensilios, las concentraciones no hacen más que aumentar.
Los investigadores de la Universidad de Estocolmo realizaron trabajos de laboratorio y de campo sobre la presencia de las PFAS en la atmósfera en la última década. Notaron que los niveles de algunos de estos compuestos dañinos no están disminuyendo. El estudio también señala que estos contaminantes se mueven a través del suelo, del agua y que pueden bioacumularse en la vida silvestre.
Lo que sí ha disminuido es la tolerancia de las agencias ambientales para las concentraciones de PFAS en el ambiente, esto está estrechamente relacionado a los avances científicos que han evidenciado la toxicidad de estos compuestos, “por ejemplo, el valor de referencia del agua potable para el ácido perfluorooctanoico -PFOA-, que causa cáncer, ha disminuido 37.5 millones de veces en los Estados Unidos”, dijo Ian Cousins, el autor principal del estudio. Los investigadores temen que la capacidad de estas sustancias de persistir en el ambiente y de viajar del suelo al aire haga que las concentraciones aumenten notablemente en todo el mundo hasta un punto de no retorno.
“Según las últimas pautas de los Estados Unidos para PFOA en el agua potable, el agua de lluvia es insegura para beber. Aunque en el mundo ‘industrial’ no solemos beber agua de lluvia, muchas personas en todo el mundo esperan que sean seguras para beber y que suministre muchas de nuestras fuentes de agua potable”, advierte Cousins.
El equipo investigador agrega que para que el agua contaminada con PFAS sea segura debe someterse a un estricto método de purificación y potabilización. Además, recomienda establecer un valor unificado que determine un límite planetario para la concentración de PFAS, en lugar de que cada país cuente con uno propio.
“Una vez que -estos compuestos- entran al cuerpo, ingresan al torrente sanguíneo, porque se adhieren a las proteínas de nuestra sangre e interactúan con todo tipo de moléculas diferentes”, explicó Jamie DeWitt, profesora de farmacología y toxicología de la Universidad de Carolina del Este -EEUU-. “Por eso creemos que producen efectos en la salud”.
Aún no hay consenso científico sobre las implicaciones en la salud que producen estos compuestos; pero la exposición a largo plazo a PFAS está relacionada con un riesgo mayor de padecer varios tipos de cáncer, la inhibición del sistema inmune, problemas de aprendizaje en los niños, infertilidad y complicaciones en el embarazo y aumento del colesterol.
Las primeras evidencias de que los PFAS son toxicos para el organismo fueron presentadas en 1966 por DuPont, la empresa que los desarrollo, a la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU -FDA por sus siglas en inglés-, por lo que esto fue una crisis evitable, aseguran los expertos.
Por eso varias empresas se han comprometido a eliminar estos contaminantes de sus productos, pero al ser “sustancias químicas eternas” estas persistirán en el ambiente por siglos.
Con información del The New York Times y la Universidad de Estocolmo.
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