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El rostro del reciclaje

En Argentina más de 150.000 familias ponen un plato sobre la mesa gracias a la recolección de reciclables. Las y los cartoneros, olvidados y precarizados, son el verdadero motor del reciclaje. A pesar de que en San Luis no están aglutinados en una organización que defienda sus derechos, la Federación Argentina de Cartoneros busca salvaguardar los derechos de todos los recicladores a través de acciones federales.

Todas las cosas que compramos son trasladadas en cajas, desde un paquete de arroz hasta una televisión, se estima que cada argentino consume unos 51 kilos de cartón cada año. Para fabricarlo se talan árboles y se contamina una gran cantidad de agua: con su labor diaria los cartoneros ayudan a reducir el impacto ambiental del cartón, aunque no lo hacen por ecologistas, sino porque en muchos casos es su única fuente de ingresos.

Carros llenos de cartón, mantienen a la ciudad más limpia y reducen la deforestación. Pero ¿quienes los empujan?

Son 150.000 cartoneros los que cada día recorren las calles del país en busca de cartón y material reciclable. Uno de ellos es Kevin, vive a 5 metros de la Av. España, y -entre otras ‘changas’- se gana la vida juntando cartón. 


Kevin se crió en Buenos Aires y a los 8 años empezó a juntar vidrio para saciar su hambre. Ahora tiene 24 y vive en San Luis con su pareja y su hijo de 3 años, como desde hace 16 años junta material reciclable para hacerse “una moneda”. Junta principalmente cartón, porque “ya casi no hay vidrio”, explica. Aunque también recolecta los electrodomésticos que la gente tira, los arregla y los vende. Aquellos aparatos que no se pueden arreglar son desmantelados, y Kevin recupera el cobre para venderlo a unos 900 pesos el kilo, pero “no es tán fácil juntar un kilo de cobre”, subraya.

Luego de una extensa caminata, Kevin regresa a su casa con el carro lleno de cartón. /EcoPress/.

Con la ayuda de un mini-carro de supermercado él sale todos los días a buscar cartón, a veces solo y otras con su hijo, cuando llena el carro vuelve a vaciarlo y retorna a buscar más. No tiene un horario definido para hacerlo, junta a la mañana, a la tarde o en la madrugada, “cartón siempre hay”, asegura. Explica que hay más cartón en el centro que en los barrios, recorre la zona hurgando los contenedores y rescatando el cartón. Agrega que, como ahora hay más cartoneros que antes, debe caminar más para juntar la misma cantidad de material.

Algunos comerciantes guardan las cajas hasta que él pase a retirarlas, facilitando su tarea, además algunos de sus vecinos se acercan hasta su casa con cartones para él. Kevin acopia todo el cartón hasta tener una cantidad considerable, luego lo vende a unos 23 pesos el kilo. Una vez vendido, el material es trasladado a otras provincias para su reciclaje.

Kevin descarga el carro, desarma las cajas y amontona el cartón en una jaula metálica. /EcoPress/.

Al ser consultado sobre si están organizados para defender sus derechos, como sucede en provincias como Córdoba o Buenos Aires, Kevin detalla que en San Luis cada uno va por su cuenta. 


La Federación Argentina de Cartoneros Carreros y Recicladores -FACCyR- tiene presencia en 22 provincias (no en San Luis) y denuncia que el precio del cartón disminuye preocupantemente como consecuencia de la importación de bobinas de papel y de basura, una medida aprobada por el ex presidente Macri y tolerada por el actual mandatario, Alberto Fernandez.

Johana, vecina de Kevin, también se gana la vida juntando cartón. /EcoPress/.

La Federación, además, solicita que se de urgente tratamiento a la Ley de Envases con Inclusión Social, un proyecto que tiene el objetivo de aumentar el reciclaje y darles una condición laboral digna a los recicladores como Kevin (incluyendo aportes y obra social), pero advierte que empresas como Coca Cola hacen un tremendo lobby para cajonearla. 

Con el precio actual, Kevin debería juntar más de 2.000 kilos de cartón para ganar el equivalente a un salario mínimo. Además, en San Luis se paga menos que en otras provincias, asegura. 

A pesar de su ardua labor, Kevin no logra satisfacer todas sus necesidades. Explica que gasta más en comida porque tiene que comprar únicamente la que va a comer en el día, ya que no tiene heladera, dice que le hace falta una cama y abrigo para pasar el invierno. Él no cobra ningún plan social, sólo subsiste con su labor de cartonero y las diferentes ‘changas’ que realiza. 

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