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Hidrógeno verde, un pilar fundamental para la descarbonización de la economía

El hidrógeno es uno de los gases más abundantes en el planeta, y dependiendo de cómo se obtenga puede considerarse una energía limpia o sucia. Varios países apuestan al hidrógeno verde como un eje fundamental de la transición energética, y recientemente Argentina anunció que producirá hidrógeno verde para exportación.

Desde principios del siglo 21 muchos científicos y especialistas del sector energético aseguraron que el hidrógeno seria un pilar fundamental en la matriz energética mundial en el futuro, futuro que esta arribando: en la última década países como Japón, Australia, Estados Unidos y la Unión Europea han destinado muchos recursos económicos al desarrollo del hidrógeno como pilar para la transición ecológica de sectores que son difíciles de descarbonizar, como la aviación o el transporte marítimo.

El hidrógeno puede ser utilizado como un combustible en sí mismo, también puede usarse para almacenar energía y es utilizado en la producción de fertilizantes, entre otros. Este es uno de los gases más abundantes en el planeta, pero no se puede hallar en estado ‘virgen’, hay que extraerlo de otras fuentes: como del agua o del gas natural.

Para extraer hidrógeno necesitamos energía eléctrica para separar al hidrógeno del oxigeno del agua, por ejemplo, y para ello puede utilizarse electricidad proveniente de energías renovables o de energías sucias, dependiendo de cómo se obtenga se cataloga como: hidrógeno negro, azul o verde.

El hidrogeno negro es aquel que se obtiene con electricidad producida mediante combustibles fósiles, por lo que su utilización no está libre de emisiones de Gases de Efecto Invernadero.

El hidrógeno azul es aquel que extrae el hidrógeno del gas natural, y deja como residuo dióxido de carbono. Si se evita que el Co2 se libere a la atmósfera –con tecnologías de ‘enterramiento’ de carbono- no contribuye al calentamiento global. Pero lograr eso eleva mucho los costos, por lo que mucho es producido con alguna carga de carbón, aunque tiene una huella de Co2 menor al negro.

El hidrógeno verde es aquel que extrae el hidrógeno del agua, y deja como residuo el oxigeno, pero utilizando electricidad proveniente de la energía eólica o solar, por lo que su huella de carbono es nula.

El hidrógeno negro es el más utilizado históricamente debido a que obtenerlo es ‘fácil’ y rentable económicamente, pero en el contexto de calentamiento global el más utilizado actualmente es el azul –aunque emite Co2 su huella de carbono es mucho menor que la de los combustibles fósiles-  y empresas como Hyundai o BMW ya tienen vehículos propulsados con hidrógeno. Pero en los últimos años todos observan al hidrógeno verde como el futuro de la descarbonización de la economía, ya que su huella de carbón es nula.

El hidrógeno ya es utilizado como un combustible para vehículos terrestres, y acompaña a los autos eléctricos en la transición ecológica del transporte. También es utilizado como una batería ya que puede almacenar energía y se prevé que puede ayudar a descarbonizar sectores como la aviación o el transporte marítimo.

Según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía, la producción de  hidrógeno negro es responsable del 2% de las emisiones mundiales de carbono, por lo que transicionar al hidrógeno verde ahorraría 830 millones de toneladas de emisiones de Co2 anualmente.

La transición energética –abandonar los combustibles fósiles- es un proceso inaplazable para poder limitar el calentamiento global y mitigar las consecuencias del cambio climático, y le otorga un papel protagónico al hidrógeno verde, y si su producción se abarata en un 50% para el 2030, como vaticina el Consejo Mundial del Hidrógeno, este se convertirá en uno de los combustibles más utilizados.

Evidentemente esta fuente energía tiene sus puntos positivos y negativos:

Algunos de sus aspectos positivos más relevantes son:

100% libre de emisiones de Gases de Efecto Invernadero; el hidrógeno verde no emite gases contaminantes ni en su producción ni en la combustión.

Almacenable; el hidrógeno es fácil de almacenar, lo que permite tener una reserva de energía no dependiente del litio. En este aspecto podemos destacar que las energías renovables dependen de las condiciones ambientales para generar electricidad y, si no hay viento o sol, no se produce energía, por lo que, cuando hay un excedente de producción, se puede destinar la electricidad para separar el hidrógeno del oxigeno del agua, y cuando hay un déficit de producción se puede utilizar al hidrógeno para producir electricidad, lo que contribuye a la soberanía energética sustentable.

Versátil; el hidrógeno puede transformarse en electricidad o en combustibles sintéticos y utilizarse con fines domésticos, comerciales, industriales o de movilidad.

Transportable; esta energía puede mezclarse hasta en un 20% con el gas natural y viajar por los gasoductos que ya están instalados. Transportar el hidrógeno puro en los gasoductos requeriría ‘actualizar’ la infraestructura de las tuberías.

No obstante también tiene sus aspectos negativos:

Mayor coste; la energía procedente de fuentes renovables es, considerablemente, más cara que la procedente de los combustibles fósiles, por lo que obtener hidrógeno con electricidad limpia encarece el gas.

Mayor gasto energético: la producción del hidrógeno en general, y la del verde el particular, requiere más energía que otras fuentes.

Seguridad; el hidrógeno es un elemento muy volátil e inflamable, por lo que requiere unos protocolos de seguridad rigurosos para evitar fugas o explosiones.

En el marco de la COP26 que se desarrolló en noviembre en Glasgow, Escocia, autoridades de la empresa minera australiana Fortescue anunciaron; una inversión de 8.400 millones de dólares en la Argentina destinados a la producción de hidrógeno verde, durante un encuentro que mantuvieron con el jefe de estado argentino.

La inversión anunciada –la más grande de los últimos 20 años- crearía directamente 15.000 puestos de trabajo e indirectamente unos 40.000.

El proyecto que Fortescue planea desarrollar en el sur argentino se basa en obtener electricidad mediante generadores eólicos alimentados por los fuertes vientos patagónicos, y luego separar el hidrógeno del oxigeno del agua. El proyecto anunciado, en su etapa piloto, consumiría 315 millones de litros de agua.

No obstante, a pesar de que el Hidrogeno Verde es una importante fuente energética libre de Co2, algunos cuestionan el proyecto que Fortescue quiere implementar en la Patagonia: lo primero que cuestionan es la cantidad de agua que demandará la producción de H. Verde -aunque esta provenga del mar-, también ponen en duda los beneficios que le traera al país porque el hidrogeno será exportado, además cuestionan la verdadera intención de Fortescue porque esta empresa minera es la cuarta productora de hierro a nivel mundial y donde se quiere desarrollar el proyecto se halla una de las minas de hierro más importantes de Latinoamérica.

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Redacción realizada con información de BBC, Iberdrola, El Extremo Sur de la Patagonia y Télam.

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