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La Ecoaldea Pangea celebró sus 15 años con actividades para toda la comunidad

Este 21 de septiembre la Ecoaldea Pangea celebró su 15° aniversario con talleres, muestras artísticas, comida y mucha diversión. El festejó se extendió durante todo el fin de semana y muchas familias aprovecharon para conocer la Ecoaldea puntana.

La Ecoaldea Pangea, ubicada en Estancia Grande, es la primera de su tipo en la Provincia de San Luis, allí unas 10 familias viven en armonía con la naturaleza que los abraza, practicando la permacultura y utilizando el arte como herramienta para la defensa ambiental. La aldea inició con el sueño de un grupo de amigos: vivir en la naturaleza. Con ese objetivo en mente, comenzaron a buscar opciones e ideas con el propósito de fundar una Ecoaldea, así elaboraron un proyecto que proponía una comunidad autosustentable, que respete y cuide a la naturaleza y que funcione como centro sociocultural.  

Las ideas y las ganas sobraban, pero el terreno no aparecía. Por entonces, el Comisionado de Estancia Grande había lanzado un programa enfocado en estos temas, y el grupo presentó el proyecto de Ecoaldea ante las autoridades, así en 2009 consiguieron un predio de 27 hectáreas donde finalmente se erigió Pangea. Del total, 12 hectáreas son llanas y allí se construyeron las viviendas y los espacios comunitarios, mientras que el resto está destinado a la conservación.

Con el paso del tiempo, el terreno quemado donde se construyó la aldea se fue transformando en un vergel repleto de colores, frutas, aromas y arte. “Una Ecoaldea es una idea que suena liviana, pero detrás hay un trabajo muy duro. Por ejemplo, acá para tener agua en la canilla tenes que ir a la vertiente, cavar zanjas, instalar las mangueras y mantener el filtro, es todo un trabajo que con los años te lleva a vivir con austeridad. Para vivir acá te tiene que gustar el campo y la naturaleza, capaz que acá no tenes el calefactor o agua caliente, pero vivís en un paisaje sano que te alimenta y te da energía extra”, explica Matías Giachino, reconocido artista puntano y uno de los impulsores de Pangea.

Este fin de semana, aprovechando el Día de la Primavera, Pangea celebró sus 15 años de historia con toda la comunidad. El festejó inició el sábado con talleres de bioconstrucción y percusión, muestras de arte, entrenamiento de circross (una mezcla de circo y crossfit), una caminata de reconocimiento de flora nativa y actividades para niños. Al caer la noche, Daniel Boggio y sus secuaces realizaron una performance para encender el fogón y la jornada terminó en la cantina con pizzas caseras y la musicalización del Payaso Pelaso. Al día siguiente, la celebración continúo con un almuerzo comunitario, obras y juegos para los niños.  

Caminata de reconocimiento de flora a cargo de Esteban López.

Cumplir un nuevo aniversario “me da mucha alegría, siento que la Ecoaldea ya es como una señorita que deja de tener a los papas encima, que los padres confían en ella y que ahora se hace valer por sí misma. Ya no es más esa niña que hay que estarla cuidando y protegiendo, ahora la aldea tiene su historia y empieza a ser autosustentable, su historia la hace fuerte. Así que estoy contento, más ahora que estamos inaugurando un nuevo espacio comunitario”, indica Giachino.

Ahora, con la llegada del clima agradable “volvemos a abrir las puertas todos los domingos con las visitas guiadas, y a esas visitas se le van a incorporar los talleres de bioconstrucción y los entrenamientos de circross para toda la familia, las escuelas que quieran conocer la aldea también podrán venir. En el Instagram (@pangeaecoaldea) vamos a estar subiendo los cronogramas y cualquier novedad. Además, dentro de poco abriremos la posibilidad de voluntariados”.

Matías Giachino practicando circross. /EcoPress/.

Al ser consultado, explica que una de las mejores cosas de vivir en una Ecoaldea es la comunidad: “vivir en comunidad es reconocernos como seres humanos que necesitamos vivir en un espacio amplio, natural y sano, y ese reconocimiento es lo que nos da la buena vida. Vivir bien es estar tranquilo, saber que tus hijos se van corriendo por la aldea y que no les va a pasar nada, que acá son todos como tíos y que no desconfías porque conoces a la gente que te rodea, eso es lo que te dignifica. El trabajo que hacemos acá por ahí no te da dinero ni lujos, pero te da dignidad”, pero subraya que para eso es necesaria la actitud: “yo tenía la emoción de vivir en el campo, entonces tuve actitud para que se haga realidad, porque los proyectos son a largo plazo y las emociones duran poquito, pero la actitud es lo que las mantiene”.

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