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Los magnates del petróleo detrás del negacionismo climático y la privatización de los ecosistemas de Milei

Hace años que las ideas negacioncitas del cambio climático y las propuestas de privatizar y explotar todos los ecosistemas ganan protagonismo e influencia en América. Desde Estados Unidos con Donald Trump, pasando por el Brasil del expresidente Jair Bolsonaro, hasta la Argentina con Milei como referente de esta corriente. ¿Quién está detrás del crecimiento de estas políticas?
Por Maico Martini, periodista ambiental.

Con la evidencia científica acerca del cambio climático y la creciente preocupación mundial sobre este problema, en el 1997 se firmó en Japón el Protocolo de Kioto, uno de los primeros tratados internacionales para limitar la emisión de Gases de Efecto Invernadero –GEI-. Este protocolo le asigna a cada industria o actividad productiva un límite de emisiones de GEI, y establece un mercado de emisiones de carbono: las empresas que contaminan menos de lo asignado pueden emitir “bonos de emisiones”, mientras que las que contaminan más de lo establecido deben comprar “bonos de carbono”. Otras empresas se dedican a desmontar miles de hectáreas de monte nativo e instalar monocultivos de rápida absorción de carbono para vender “bonos de emisiones” a las industrias que lo requieran.

Con el Protocolo de Kioto se generó uno de los primeros mercados ambientales del mundo, y pasados 26 años no ha dado resultados favorables. Este tratado no ha logrado reducir sustancialmente las emisiones de GEI y, además, ha creado otra amenaza para la flora nativa y silvestre: las empresas forestales dedicadas al mercado de emisiones.

Algo similar es lo que propone Javier Milei, el candidato a presidente por La Libertad Avanza –LLA-, con la privatización de los ríos. A ello se le suma la propuesta de Alberto Benegas Lynch, diputado electo de LLA, de privatizar el Mar Argentino: “Me parece que el tema del medioambiente se resuelve con asignaciones de derecho a la propiedad”, afirmó Lynch.

El auge del liberalismo económico en Argentina, con Milei a la cabeza, no es muy diferente a las ideas de Donald Trump en Estados Unidos o de Jair Bolsonaro en Brasil. Estos coinciden en que el cambio climático “es falso” y se caracterizan por estar en contra de la conservación de ecosistemas y a favor de la privatización de ‘recursos naturales’: en Estados Unidos Trump aprobó la explotación petrolera en una zona protegida del Ártico y se salió del Acuerdo de Paris, en Brasil durante la administración de Bolsonaro se multiplico exponencialmente la deforestación de la Amazonía, mientras que en Argentina referentes de LLA se oponen a los Parques Nacionales y proponen abandonar el Acuerdo de Paris sobre el clima. 

Evidentemente, estas ideas no son espontaneas y detrás de ellas hay poderosos intereses que las auspician, financian e incentivan. Muchas de las charlas y congresos en los que Milei y referentes del movimiento han participado cuentan con el patrocinio de organizaciones como la Fundación Atlas, con oficinas en Puerto Madero, y la Fundación Libertad, con oficinas en la costanera de Rosario. Si vamos a la página de la Fundación Libertad se observa que la mayoría de ‘socios’ de la fundación son entidades financieras, bancos, empresas agroindustriales, metalúrgicas y tabacaleras.

Si indagamos más a fondo surge la Atlas Network y los hermanos Koch. En la página de Atlas Network figuran como filiales locales la Fundación Libertad y la Fundación Atlas, según trascendió Atlas Network financia a unas 100 fundaciones distintas en Argentina. Se trata de un entramado enredado de fundaciones y organizaciones dedicadas a la promoción de los ideales del liberalismo económico, y todas conducen a The Heritage Foundation, que a su vez está ligada a los hermanos Koch.

Alejandro Chafuen es un economista argentino radicado en Estados Unidos, y fue presidente de Atlas Network entre 1991 y 2017, en una entrevista explico que Atlas se dedica a vincular a personas adineradas con intereses ideológicos con personalidades con la capacidad de defender políticamente esos intereses. Es decir, Atlas Network y todo su entramado son “think thanks”.

Todo este entramado de fundaciones y organizaciones conduce a los hermanos Koch, ellos empezaron con el negocio del petróleo y hoy son la segunda familia más rica de los Estados Unidos, con un patrimonio estimado de 100.000 millones de dólares según Forbes.

Las industrias Koch ya no se dedican solo al petróleo, sino que diversificaron sus actividades a la química, la minería, el papel y las finanzas. Además, son protagonistas de polémicas por sus vertidos ilegales de contaminantes, por –presuntamente- estafar a tribus originarias para extraer materias primas de sus tierras y por pagar sueldos tan bajos que imposibilitan que sus trabajadores se sindicalicen o se declaren en huelga.

/Bussines Insider/.

Además, según sostiene Forbes, se dedicaron a financiar a candidatos cada vez más conservadores, enemigos de los impuestos y de las regulaciones, y paralelamente a financiar Think Thanks como The Heritage Foundation. De los cuatro hermanos, Charles y David son los que más mezclan los negocios con la política, y posiblemente su mayor triunfo fue la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, al que realizaron generosas donaciones y sobre el que ejercieron una enorme influencia. Antes de ello desembolsaron millones para combatir las políticas de Barack Obama, allá por la década de los 2000 financiaron organizaciones para oponerse a la reforma sanitaria de Obama y boicotear la Ley del Clima estadounidense.

El movimiento encabezado por Javier Milei cuenta con el apoyo de los Koch. Eso explica su ferviente rechazo al cambio climático, su oposición a las regulaciones y los impuestos y el incentivo a la privatización de los ‘recursos naturales’. Hace años que el sector petrolero ha fijado sus ojos en el Mar Argentino, durante el gobierno de Mauricio Macri se les otorgaron a diferentes empresas permisos para buscar yacimientos petroleros en las aguas nacionales, mientras que la administración de Alberto Fernández amparó la decisión de su antecesor.

El movimiento “libertario” va un paso más allá, y propone privatizar el Mar Argentino, de esta forma se le daría luz verde definitiva a la explotación petrolera en las aguas nacionales. En ese sentido, recientemente trascendió que Gabriel Bornoroni, diputado electo de LLA, es el presidente de la Federación de Expendedores de Combustible y Afines del Centro de la República –FECAC-.

En otra arista, la idea de privatizar los ríos no es nueva, en California y Australia el elemento vital ya cotiza en la bolsa de valores. El mercado del agua surgió hace poco tiempo en Australia a raíz de una sequía que afectaba gravemente al ambiente, al sector agrícola-ganadero y a la ciudadanía (como la que actualmente afecta a Sudamérica), entonces se propuso ponerle un valor al agua para ‘administrarla eficazmente’: el resultado del mercado del agua en Oceanía fue que muchos productores pequeños quebraron y que las tierras productivas se concentraron en pocas manos.

Aprovechándose de un mundo en crisis y de la pésima administración del peronista Alberto Fernández, el movimiento “libertario” supo capitalizar el enojo de la sociedad argentina respecto a la frágil situación socioeconómica que se vive. Hoy Milei se posiciona como un líder y un jugador importante de la política argentina, lo que debe quedar claro es que -a pesar de que LLA se promociona como un movimiento nuevo- sus ideales, políticas y propuestas en materia ambiental ya han sido aplicadas –con sus variaciones- y sus resultados han sido catastróficos para la naturaleza y quienes directamente dependen de ella.

Foto de portada: David McNew/Getty images.

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