Investigadores de diferentes países han hallado poliéster, polietileno y celulosa, entre otros microplásticos, en las heces de los pingüinos de la Antártida.

Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales de España analizaron las heces de tres especies de pingüinos antárticos; el pingüino de Adelia -Pygoscelis adeliae-, el Barbijo -Pygoscelis antarcticus- y el Papúa -Pygoscelis papua-, en diferentes lugares y años. Como resultado descubrieron una amplia presencia de microplásticos en ellas, en otras palabras; las micropartículas plásticas están presentes en el ecosistema antártico y en la dieta de los pingüinos.
«Se encontraron microplásticos en un 15, 28 y 29% de las muestras, respectivamente, en las tres especies estudiadas», detalla Joana Fragão, de la Universidad de Coímbra.
El trabajo publicado en la revista Science of the Total Enviroment refuerza la necesidad de conocer los efectos de estas partículas en el ambiente y de establecer medidas más efectivas para mitigar la contaminación plástica de los océanos.
Los microplásticos son pequeñas partículas que miden menos de 5 mm, pueden perdurar más de 50 años y acumularse en la cadena trófica.
Dada la baja presencia humana en el continente austral, podríamos imaginar que la contaminación plástica en esta región es ínfima. Sin embargo; las estaciones de investigación, los barcos pesqueros y turísticos y las corrientes oceánicas hacen que estos contaminantes lleguen a estos hábitats.
Según estudios científicos recientes, anualmente se producen más de 400 millones de toneladas de plástico en el mundo, y debido a su mal desecho, llegan a través de los canales fluviales; entre 8 y 13 millones de toneladas de plásticos a los océanos.
Anteriormente, otro estudio científico constato la presencia de plásticos en el Polo Norte.
“Los pingüinos se utilizan para muchos estudios porque su biología y ecología son bien conocidas y el hecho de que sean depredadores les convierten en buenos indicadores de la salud de los ecosistemas en los que viven”, explica Andrés Barbosa, científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales y autor del trabajo.
La frecuencia de aparición de estas sustancias fue similar en todas las colonias, lo que nos induce a pensar que no hay un punto de origen concreto de contaminación dentro del mar de Scotia.
Los microplásticos no solo han ingresado en la dieta de los pingüinos, están presentes en la alimentación de muchas especies, según un estudio de la Universidad de Newscastle de Australia; los humanos consumimos cerca de 5 gramos de plásticos a la semana –el equivalente a una tarjeta de crédito-, lo que representa un consumo de 250 gramos anualmente.
Sin dudas la humanidad ha ahogado en plástico al planeta, y otras investigaciones advierten que estamos acercándonos a un “punto de no retorno”, en el que el daño podría ser irremediable. Por ello se torna crucial abolir los plásticos descartables, aumentar las tasas de reciclaje y limitar la producción de plástico virgen.