Según las Naciones Unidas anualmente se generan 50 millones de toneladas de desechos electrónicos a nivel mundial y la cifra va en ascenso debido al ritmo de la evolución tecnológica.

Las grandes cantidades de desechos electrónicos están fuertemente ligados a la obsolescencia programada, (cuando la vida útil de los productos tiene fecha de vencimiento programada). Estos desechos van desde celulares y computadoras, hasta electrodomésticos como microondas, heladeras, radios, parlantes, focos y todo aquello que lleve una batería o se enchufe.
¿Pero porque es un grave problema para el medioambiente y la salud?
Empecemos desde el principio, el lugar de donde salen las materias primas para estos productos. Suelen ser minas a cielo abierto situadas en países “subdesarrollados” como África o Latinoamérica, donde se extraen los metales indispensables para estos productos como el mercurio, el plomo, el cadmio, el cromo, el arsénico, el cobre, el oro, la plata, el aluminio, el estaño, entre otros. Por ejemplo en la Republica Democrática del Congo se da una guerra por el control de las minas y ha provocado unas 6 millones de muertes y 3 millones de desplazados, además, este método minero administrado por “gente mala” desato una grave desforestación, contaminación del suelo y el agua y matanzas de animales en peligro de extinción como los gorilas y los chimpancés.

Después de la extracción de la materia prima sigue la producción, consumo y desecho, en la producción podemos observar que a este problema de los desechos y la extracción de estos materiales se le suma el modelo productivo de la obsolescencia programada en sus tres ramas, la de función (cuando sale al mercado un producto más novedoso), la de calidad (cuando el producto es diseñado para quedar obsoleto después de determinado tiempo) y la de deseo (ligada a la moda y estatus social). Esto produce que cada vez aumente más la cantidad de desechos electrónicos.
Los desechos electrónicos son altamente contaminantes si no son tratados debidamente, se estima que el 80% de los desechos electrónicos terminan en basurales a cielo abierto, lo que conlleva un impacto ambiental de dimensiones increíbles, una batería de teléfono puede contaminar 600 mil litros de agua, si lo multiplicamos por un millón de baterías descartadas la cifra asciende a 600 mil millones de litros de agua contaminada, un tubo de luz fluorescente puede contaminar 16 mil litros de agua, un televisor 80 mil litros y así. El problema de estos desechos es de tal magnitud que la ONU en su documento “objetivo de desarrollo sostenible” subrayo la necesidad de garantizar modalidades de producción y consumo sostenibles y hace un apartado especial para este tipo de residuos.
El 90% de los componentes de estos residuos son reciclables y las baterías deben recibir un tratamiento especial. En la Argentina existen iniciativas de recolección, almacenamiento y reciclaje de aparatos en desuso que recuperen las materias primas. Sin embargo, a pesar de que esto favorecería la menor extracción de los materiales en las minas, solo el 5% de estos aparatos son reciclados.

Para disminuir y frenar esta locura se precisa un pacto entre gobiernos, empresas y consumidores, en el que los gobiernos se encarguen de proveer centros de reciclaje (sostenidos por las ganancias de las materias primas recuperadas), en el que las empresas se comprometan a producir de una forma sostenible (con materias primas recicladas y de extracción sostenible) y en el que los consumidores se responsabilicen de llevar sus desechos a los centros de reciclaje y disminuir el consumo innecesario.
Fuentes:
El Mundo
Infobae
National Geographic
Por: Maico Martini