La Fundación Siembrazos, a través del programa “Yop Planto un Árbol”, impulsa una red enfocada en la forestación de árboles frutales. El proyecto inició en 2020 con la idea de promover la alimentación saludable y el cuidado de la naturaleza, “empecé a llamar por teléfono a productores de Mendoza para armar una red para vender arbolitos y empecé a ofrecer frutales a los vecinos. Hicimos una preventa, vendimos todos los árboles y la red fue creciendo”, explica Ariel Labiano, impulsor del proyecto.
Hoy el programa llega a varias provincias del país gracias a una red de nodos de voluntarios y colaboradores que reciben los árboles y los entregan al público. “El precio era una cosa que no entendíamos, porque salía 2.500 pesos, el precio de un pollo. Compartí la oferta en el grupo de WhastApp del barrio y pedimos 180 árboles, vinieron todos preciosos los árboles y la gente se entusiasmó, y de ahí no paramos más”, señala Mercedes Ocampo, una de las nodistas.
“Los árboles son de productores de Mendoza con los cuales venimos trabajando hace varios años, pero la intención es que en cada región haya al menos un vivero productivo, pero la idea es que esos árboles se repliquen en cada región y vayan adaptándose a las condiciones de cada lugar. Creemos que al reproducirlos en el lugar de comercialización final el desarrollo de ese árbol va a ser mucho mejor, también reduciríamos la huella de carbono al evitar el traslado”, añade Mercedes.
En ese sentido, destaca que “el programa impacta en un montón de aristas, por un lado, tenemos el beneficio ambiental de los árboles que nos brindan oxígeno, que brindan comida para las aves, que dan sombra. Por el otro llevamos un precio accesible para aquellos que no podrían adquirir un árbol frutal en un vivero convencional. También es destacable el poder tener un alimento de primera calidad en casa, poder comer una fruta que haya madurado en el árbol, libre de agroquímicos y aditivos”.
La Fundación también vincula la forestación con el reciclaje. “Uno de los mayores problemas ambientales es la contaminación del plástico, se nos ocurrió incentivar el reciclaje de plásticos, nos enfocamos en la educación en las escuelas donde les enseñábamos a separar los residuos para que los chicos comprendieran que era un recurso que se convertía, y con eso plantábamos los árboles frutales”, detalla Labiano.
“Lo hicimos hace 3 años, en 6 escuelas de San Luis plantamos 63 árboles frutales. Funcionó con algunas escuelas, con otras no tanto, pero los arbolitos se plantaron, el mensaje se llevó y las cosas se hicieron”, afirma. Sin embargo, el proyecto tuvo sus dificultades: “Al otro año arrancamos solamente con el plástico, eso fue mucho más complicado, la parte de reciclado, la parte de acción es lo que funcionó, pero tiene unos costos muy elevados, si no tenes ayuda o mucha gente implicada cuesta sostenerlo”.
Otro de los ejes de trabajo de la Fundación Siembrazos es la formación y capacitación ambiental. Próximamente, entre el 1 y el 2 de noviembre, se llevará a cabo un taller para “para enseñar la técnica cromatográfica y la cuantificación vital, que genera una sinergía para ver cómo están los sistemas, cuanta vida albergan estos sistemas”, explica Florencia Chierichetti, facilitadora del taller. La idea es que “cada uno tenga el análisis y el diagnóstico de cómo está su suelo, su tierra y en qué situación se encuentra”.
Esto es importante porque, por ejemplo, “podemos observar en una manzana una diferencia en los elementos nutricionales que posee cuando está en un suelo que está vivo, cuando no se están agregando agroquímicos, se evidencia una gran diferencia en sus cualidades. Eso repercute en nuestra salud, por eso es importante tener el arbolito en el patio, alimentarnos de este tipo de naturaleza que está viva”.

