Un reciente estudio de la Universidad de Nuevo México analizó muestras de cerebros humanos y encontró una preocupante concentración de partículas plásticas.
La crisis del plástico es cada vez más preocupante, pareciera que es un compuesto omnipresente en la modernidad, resulta una odisea abastecerse de víveres sin llevar plástico a nuestros hogares y ni siquiera viajando largas horas hacia las zonas prístinas de la naturaleza podemos escapar de él, aún cuando no lo veas: el plástico está ahí. En los últimos años, diferentes investigaciones han hallado microplásticos en lugares como la Antártida, la profundidad de la Fosa de las Marianas y hasta en las nubes.
Otros análisis, por su parte, dan cuenta de que estas partículas están en el agua que bebemos, en el aire que respiramos y en los alimentos que comemos. Según estimaciones del Fondo Mundial para la Naturaleza, cada año ingerimos unos 240 gramos de plástico a través del agua y la comida contaminada. Según Naciones Unidas, sólo se recicla el 9% de las 460 millones de toneladas de plástico que producimos anualmente.
Ante este contexto, no es de extrañar que portemos plástico en nuestro organismo. Diferentes investigaciones los han detectado en la sangre, en los pulmones, en las placentas, en los testículos, en los riñones y en el hígado, entre otras. Ahora, un estudio (pendiente de revisión por pares) de la Universidad de Nuevo México -UNM- evidenció una alarmante concentración de partículas plásticas en el cerebro humano.
Los investigadores estudiaron muestras del tejido de cerebros, riñones e hígados de 92 individuos sometidos a autopsia en 2016 y 2024. Descubrieron que la concentración plástica promedio en el cerebro es de “4,800 microgramos por gramo de tejido”, el doble que las muestras del 2016, detalla Mathew Campen, coautor del estudio,
Además, revelaron que el cerebro atrae partículas más pequeñas, mientras que las más grandes van a órganos como el hígado o los riñones, según la prepublicación las muestras cerebrales tenían entre un 7% y un 30% más plástico que los análisis de riñones. Campen advierte que estas partículas parecen atravesar la barrera hematoencefálica y acumularse en el cerebro, lo que podría alterar funciones neurológicas.
Al respecto, los científicos creen que estas partículas llegan al cerebro a través del torrente sanguíneo. Sin embargo, aunque cada día hay más evidencias acerca de la presencia de microplásticos en el cuerpo humano, aún no hay consenso científico sobre los daños que pueden generar en la salud, aunque una cosa es segura: genera daños.

