El Venado de las Pampas es una especie icónica de Sudamérica, sin embargo, sus poblaciones han disminuido drásticamente en las últimas décadas: su población pasó de cientos de miles a tan solo 2.000 en la actualidad. De las cuatro poblaciones que subsisten en Argentina, solo la de los Esteros del Ibera ha aumentado en números.

Históricamente el Venado de las Pampas habitó gran parte de la Argentina, desde el norte y centro del país hasta el noroeste de Chubut, registros históricos indican que en el pasado la especie habitó en 14 provincias. Sus poblaciones eran numerosas y se contaban por cientos de miles, de hecho, se estima que podrían haber superado el millón de ejemplares; pero las actividades humanas redujeron sus poblaciones hasta niveles críticos. La caza furtiva, la manufactura de sus pieles, la degradación de su hábitat, la competencia por el alimento con animales exóticos y la introducción de enfermedades extranjeras propias del ganado –entre otros factores-, perjudicaron severamente al Venado de las Pampas.
Todos estos componentes desencadenaron una reducción constante de las poblaciones de Venado de las Pampas, al punto de que en la actualidad se estima que quedan unos 2.000 ejemplares en el país. Según documentos facilitados a EcoPress por la Fundación Rewilding –una organización internacional dedicada a la conservación de la biodiversidad-, actualmente los venados subsisten recluidos en cuatro pequeñas poblaciones aisladas entre sí: en Bahía de Samborombón –Provincia de Buenos Aires-, en los pastizales del centro-sur de San Luis, en la cuenca Aguapey de Corrientes y en los Bajos Submeridionales de Santa Fe. “Todas estas poblaciones se encuentran en retroceso, y la población santafesina es probable que ya haya desaparecido”, además la mayor parte de las poblaciones resisten en terrenos privados de la industria forestal y ganadera, advierten desde la fundación.
Actualmente el venado está declarado en peligro de extinción por la Ley Nacional, mientras que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza –UICN- alerta que es la especie más amenazada de América. La desaparición de la especie en las zonas donde históricamente habitó generó un significativo desequilibrio ecológico y ambiental.
Los grandes herbívoros, como el Venado de las Pampas, cumplen roles ecológicos únicos y son claves para mantener el buen funcionamiento del ecosistema que habitan. Estás especies son importantes modeladores de paisajes –especialmente aquellos con predominancia de pastos- por la fuerte presión que ejercen sobre la cobertura, densidad, crecimiento, supervivencia y reproducción de las plantas. En ocasiones el pastoreo de estas especies incrementa la producción de las plantas, atrayendo a más herbívoros que a su vez depositan orina y heces, nutriendo el suelo y aumentando la producción de las plantas, una retroalimentación que puede sostenerse indefinidamente.
Asimismo, la presencia de estas especies estimula la biodiversidad de la vegetación. En regiones con una larga historia de pastoreo, los grandes herbívoros aumentan la biodiversidad de plantas al suprimir especies de flora altas y dominantes, permitiendo que la luz solar llegue a las plantas subordinadas y bajas. Además, al consumir importantes niveles de vegetación evitan la acumulación de material seco y por lo tanto reducen la frecuencia, intensidad y extensión de los incendios forestales naturales.
En otra arista, los grandes herbívoros son responsables de redistribuir enormes cantidades de carbón, nutrientes y semillas en ecosistemas enteros e incluso entre diferentes ecosistemas. Otro factor destacable es que la circulación de los animales concentra el pastoreo en ciertas áreas, pero no en otras, contribuyendo a la heterogeneidad ambiental y favoreciendo a la biodiversidad.
Por si todo esto no fuera suficiente, los grandes herbívoros son alimento de otro componente fundamental del equilibrio ecosistemico: los grandes carnívoros. Además, los cadáveres de los herbívoros, como el Venado de las Pampas, se descomponen aportando grandes cantidades de nutrientes al suelo que son fundamentales para las plantas. Asimismo, los cadáveres alimentan a las especies carroñeras que van desde grandes aves, otros mamíferos, hasta reptiles e insectos.
Teniendo en cuenta lo anterior, es evidente que la reducción de las poblaciones de grandes herbívoros, como el protagonista de este artículo, degrada la funcionalidad de los ecosistemas. Por eso “la recuperación de la funcionalidad de nuestros ecosistemas y la conservación de nuestra biodiversidad dependen fuertemente del retorno de los ciervos sudamericanos a aquellas áreas donde alguna vez reinaron”, sostienen desde Rewilding.
Este contexto motivó el surgimiento de varios programas de conservación del Venado de las Pampas. Uno de los primeros fue el Proyecto Venado: en la década de 1960 la Provincia de Buenos Aires desarrolló un programa que implicó la translocación de unos 50 ejemplares desde ambientes poco propicios hacia la Bahía Samborombón para su desarrollo, durante el proceso cerca del 60% de los individuos murió, mientras que los sobrevivientes se reprodujeron y llegaron a construir un núcleo de 43 ejemplares. Lamentablemente, la falta de apoyo a la continuidad del proyecto y algunos problemas sanitarios provocaron que en el ‘98 murieran las últimas seis hembras, poniéndole punto final al proyecto. En Entre Ríos también existió un proyecto de conservación, en los ’90 se construyeron varios corrales para darle un entorno seguro al venado; pero el plan no prosperó.
En San Luis (donde el Venado de las Pampas es emblema provincial, cuya capital tiene su nombre y su escudo posee dos venados) se encuentra la población más grande de la especie en los pastizales e isletas de chañares del centro-sur de la provincia. Allí las poblaciones han sobrevivido en los últimos parches de pastizal pampeano nativo. Sin embargo, en las últimas décadas el reemplazo del pastizal natural por pasturas destinadas a la ganadería y el avance de la frontera agrícola perjudicaron seriamente a la especie.
En un intento por conservar el hábitat del venado, en el ’97 el gobierno provincial y el nacional firmaron un acuerdo para la creación de un Parque Nacional, el parque iba a conservar unas 12.000 hectáreas donde los pastizales naturales y los ejemplares abundaban. Lamentablemente, el proyecto no avanzó y a día de hoy el parque no se ha creado, el fracaso del plan de conservación fue consecuencia de varios factores que involucraron a funcionarios y productores agrícolas. Además, se construyeron dos rutas (RP N°27 y RN N°148) que pasan cerca del núcleo del parque proyectado, sumando una amenaza más para la especie. Desde Rewilding sostienen que la población de San Luis, a pesar de ser la más numerosa del país, también se encuentra en disminución.
Luego de muchos proyectos fracasados o caídos en el abandono, en el año 2006 la Fundación Rewilding comenzó a erigir un plan de reintroducción y conservación del Venado de las Pampas en los Esteros del Ibera de Corrientes. Primero monitorearon a las poblaciones de la especie en la cuenca del Río Aguapey, y los resultados indicaron que la población se estaba reduciendo por el avance de la frontera forestal, por la degradación de los pastizales por efectos sobrepastoreo del ganado y por los ataques de perros utilizados en el manejo de la hacienda.
Bajo estas circunstancias, en el 2009 la fundación inicia el Proyecto de Reintroducción del Venado de las Pampas, cuyo principal objetivo era crear una población estable y sana al interior del Gran Parque Ibera, donde el venado había desaparecido hace décadas. Para ello, convocaron a especialistas como veterinarios, biólogos, guardaparques y expertos en la especie para comenzar a diseñar las acciones de reintroducción del venado en el Parque.

“Entre nervios, ansiedad y miradas expectantes, en julio del 2009 se realiza la primera campaña de translocación, llevando los seis primeros venados que marcarían el inicio de la recuperación de la especie –en el lugar-”, relatan desde la fundación. Para ello, además de contar con el trabajo de los especialistas y colaboradores, requirieron dardos anestésicos, vehículos aptos para el terreno y apoyo aéreo con avionetas y helicópteros.
Los ejemplares pasaron los primeros días en corrales ubicados estratégicamente para recuperarse del traslado, y luego de un periodo de adaptación fueron liberados en el parque. A medida que el equipo se consolidaba y ganaba experiencia, el Venado de las Pampas recuperaba fuerzas y esperanzas dentro de la zona protegida, y luego de un año ya se registraron los primeros nacimientos silvestres.
Hacia 2017 se habían establecido dos núcleos poblacionales al interior del parque, uno en San Alonso conformado a partir de 22 individuos fundadores y otro en Rincón del Socorro a partir de 15, para entonces las crías ya se contaban de a decenas.
Hoy, a casi 15 años después de iniciado el proyecto, la población del Ibera es la que presenta mayor densidad del país, 6 veces superior a la presente en cualquier otra región de Argentina. Se estima que habitan más de 300 ejemplares en el parque, y es la única que presenta una tendencia poblacional positiva. El plan de preservación del Venado de las Pampas en el Ibera se ha convertido en un reconocido ejemplo de la protección de la naturaleza y “sirve de antecedente para ser replicado en otros sitios en pos de la conservación del venado y otros ciervos amenazados de Argentina”, subrayan desde la fundación.

