Argentina tiene uno de los sistemas electorales más anticuados e ineficientes del mundo, eso sienta las bases para que en cada elección se imprima una cantidad innecesariamente abismal de boletas, de las cuales la mayoría se convierten en basura. Solo para imprimir las boletas para los aspirantes a Gobernador, el Estado gastó más de 18,4 millones de pesos.
Este 11 de junio los ciudadanos de San Luis ejercen su derecho a voto y, mediante el sufragio, renuevan los cargos de gobernador, senadores provinciales, intendentes en algunas ciudades y concejales. En total, sumando todos los cargos, más de 3.500 personas aspiran a ocupar un puesto público.
Según la Cámara Nacional Electoral –CNE-, para las elecciones del 2023 el Estado Argentino desembolsará 2,93 pesos por cada boleta impresa. Además, establece que para las elecciones generales cada partido deberá imprimir dos boletas por elector empadronado. En San Luis se vota por primera vez en muchos años con la Ley de Lemas, razón por la cual se suspenden las elecciones primarias y se pasa directamente a las generales.
En la provincia hay más 394.000 personas habilitadas para votar, cuatro lemas y unos 185 sub-lemas. En total, independientemente del lema, hay ocho aspirantes a gobernador/a de la provincia.
Tomando las disposiciones de la CNE, el número de candidatos y haciendo el cálculo: podemos decir que solo para los candidatos a gobernador se imprimieron 6.311.552 boletas, es decir una impresión de boletas 16 veces superior al padrón. Todo esto le cuesta al Estado 18.4 millones de pesos, es decir casi 75.500 dólares según la cotización oficial.
Además, durante la campaña una gran parte de estas boletas terminan desechadas en la vía pública, agravando el ya acuciante problema de la basura urbana. Durante los días previos a las elecciones es común ver a jóvenes que pasean por las calles entregando boletas y dejándolas en los portales de las casas, de las cuales la mayoría se transforman en basura en pocos segundos.
En ocasiones esta contaminación se desarrolla de manera incidental. Por ejemplo, a finales de mayo se viralzo un video en el que se observa a una gigantesca cantidad de boletas volando por la Av. Santos Ortiz, según relatan un camión que transportaba los panfletos comenzó a perder fajos de las papeletas que se dispersaron por acción del viento.

Solo basta salir a pasear por la Ciudad para dimensionar la situación: boletas tiradas en las calles por doquier.
Toda esta situación no solo esconde un gasto publico millonario, genera basura y contaminación. Sino que desperdicia un montón de recursos sumamente valiosos, como la madera, el agua o la energía.
En las elecciones del 2021, el Partido Verde alertó que se talaron unos 200.000 árboles para fabricar el papel de las boletas, para estas elecciones provinciales no hay ninguna cifra estimativa de la cantidad de madera/celulosa utilizada para las boletas. A pesar de que hay una gran disponibilidad de materia prima para hacer boletas con un papel reciclado, el blanco pulcro de los panfletos nos indica que se trata de papel virgen.
Para fabricar este papel no solo se requiere madera, también se necesita agua, blanqueadores químicos y una cantidad abismal de energía. Además, para hacerlas llegar a toda la población se utilizan camiones que se movilizan gracias a los hidrocarburos. Todos estos recursos utilizados para que después de las elecciones todas las boletas se conviertan automáticamente en basura.
Estas son las consecuencias de seguir con uno de los sistemas electorales más anticuados e ineficientes del mundo. Solo 16 países en el mundo tienen elecciones bajo el sistema de una boleta por partido, y en Latinoamérica solo Argentina y Uruguay.
En ese sentido, desde hace tiempo que sectores ambientalistas y miembros de la actual oposición reclaman por el sistema de la Boleta Única Papel, un sistema que reduciría considerablemente la impresión de boletas. Sus defensores argumentan que la Boleta Única no solo reduciría la impresión de boletas, sino que también es más transparente y equitativo.
En este sistema todos los partidos/candidatos están en una misma boleta, y el elector solo debe marcar con una lapicera a quien quiere votar. De esta forma se asegura que nunca falten los panfletos del candidato a quien deseamos votar. Este sistema surgió en Australia a finales del siglo XIX, y con el tiempo fue adoptado –con sus variaciones- por la mayoría de países democráticos como Estados Unidos, Canadá, Colombia o Perú.

Según los defensores de la Boleta Única Papel, si esta se implementase se ahorrarían unos 3.000 millones de pesos por elección a nivel nacional. Sin embargo, a pesar de los numerosos intentos de implementar este sistema en Argentina, todas las iniciativas han fracasado por un motivo u otro. Perpetuando así este sistema electoral ineficiente económica y ambientalmente.
Si bien algunos –pocos- partidos aseguran que reciclaran sus boletas sobrantes una vez terminadas las elecciones, todas aquellas que fueron desechadas en las calles quedarán a la intemperie contaminando al ambiente hasta que se degraden por efectos naturales.
En ese sentido, hay un sector de la sociedad que le reclama a los políticos que cuando termine el proceso electoral, gane quien gane, salgan a limpiar las calles contaminadas literal y visualmente con sus propagandas.
En conclusión, el término “basura política” no refiere solamente a una situación moral e ideológica, sino también a una realidad literal e innegable.

