Hace unos meses la Comunidad Huarpe Pinkanta recibió la mayor restitución de restos ancestrales de la historia argentina. Casi 40 restos humanos que se exhibían en un museo de Buenos Aires fueron restituidos a la comunidad, del total “solo 16 fueron liberados” en las provincias de San Juan y Mendoza y desde la comunidad esperan conseguir un lugar en San Luis para “restituir a una pareja indígena”.

Recientemente la Comunidad Huarpe Pinkanta recibió 37 restos ancestrales profanados que formaban parte de la Colección de Agustín Gnecco y que se exhibieron durante más de 65 años en el Museo Udaondo de Luján, Buenos Aires. En 1998 se realizaron los primeros estudios para determinar la etnia de origen de los restos y recién en 2008 se determinó científicamente que pertenecen al Pueblo Huarpe, dos años después entró en vigencia la ley de Restitución de Cuerpos Indígenas N° 25.517, que prohíbe la exhibición de restos humanos originarios.
Ante la confirmación científica del origen de los restos y el amparo de la ley, la comunidad Pinkanta comenzó a reclamar por la restitución de sus ancestros y en 2019 formalizó el pedido mediante una nota. Finalmente, luego varias gestiones, en abril del 2024 el gobierno de la Provincia de Buenos Aires concretó la restitución de los restos en un acto realizado en el mismo museo donde se exhibieron durante años. La restitución constó de cinco cuerpos completos y 30 cráneos, así como fragmentos de vestimentas y artilugios ancestrales. Se trata de la mayor restitución de la historia del país y la primera que se les hace a los pueblos originarios de Cuyo.
“En principio nunca soñé recibir una restitución, menos en estos tiempos. Fue una gran sorpresa y es fuerte, porque no solamente restituimos cuerpos que estaban en una vitrina, lejos de su territorio, sino que con la liberación de estos espíritus también se libera el territorio, las comunidades y el pueblo, marca un antes y un después”, dice Cuchy Omta Samay Nerké Pachayk –Roque Miguel Gil Guaquynchay Guayama-, Omta -líder espiritual- de la Comunidad Pinkanta.
En dialogo con EcoPress, el Omta explica que “en abril recibimos los restos y después tuvimos que esperar a que el lugar sagrado llamará a través de ceremonias. La liberación no es tan simple, primero tenemos que encontrar un lugar sagrado para hacerla”. “Hasta ahora hicimos tres liberaciones, dos fueron en distintas comunidades de San Juan, una en el Cerro Pie de Palo y otra en Las Chacras, lugares lejos de la ciudad donde la comunidad está activa. En el primer lugar se liberó una familia puma y en el segundo una familia naturaleza, fue espectacular”, recuerda Pachayk.

La ultima ceremonia de liberación se realizó en el año nuevo Huarpe, a finales de agosto, en Mendoza. “Hay un momento entre el 23 de agosto, una semana antes o después, que el sol espera a la luna y esta espera al sol, esto marca el fin y el inicio de varios ciclos cortos de tres meses. El cielo, la tierra, el agua, el fuego y el aire se complementan y cierran un ciclo, después de este 24 de agosto se renueva la tierra, aparecen las flores y los frutos, los animales comen ese fruto y procrean naturalmente, son varios ciclos que aparecen en los animales, en las plantas y en los humanos”, explica el Omta.
Aprovechando esta jornada sagrada, “se liberó una familia chulengo/choique y una familia colibrí. Se vivió una magia fuertísima, en un momento se nubló y el circulo que estábamos haciendo en la ceremonia se repitió en el cielo, también los animales se acercaron a cantar, como las chuñas, fue muy bonito”. “Esta ceremonia es la primera que hago en público, antes lo había hecho en privado, pero esta fue la primera abierta para todos y fue una gran experiencia”, destaca.
Además, el Omta cuenta que se llevó una grata sorpresa en la ceremonia. “Cuando se inicia el primer camino nosotros le regalamos, tanto al sol como a la luna, al niño como a la niña, una tinaja echa de barro o de arcilla, y esa tinaja es donde irá cuando parta. En una de las cajas que se abrió se encontró a una beba y esta nena venía en una tinaja” y ahora, después de ser liberada, vuela como un colibrí.
“Somos muy exactos los Huarpe, tiene que pasar algo concreto, más allá de que uno pueda sentir o creer hablar con un espíritu, tiene que aparecer algo diferente en la realidad. En esta restitución lo que paso es que realmente se aparecieron zorros, chuñas o colibríes”, y por eso pertenecen a esas familias ancestrales, abunda Pachayk y añade: “para nosotros la muerte es la alegría de seguir viviendo, en la vida uno va acercándose a distintos elementos y, llegado el momento, se encuentra como una especie de camino de luz que te lleva a la familia antigua y volvemos a vivir como animales o plantas, yo creo que sería junquillo o un colibrí”.
“La liberación de estos espíritus activa la tierra, el agua y el aire. Creo que con estas liberaciones se activó el territorio completo, y ojalá que algún día podamos hacer una liberación acá en San Luis; pero para eso necesitamos tierra y que esos restos puedan ser activados, no solamente liberados, sino activados con ceremonias y con trabajo cotidiano de la comunidad en ese lugar sagrado”, explica Pachayk.
“He hecho gestiones en la provincia y estamos esperando a que nos adjudiquen una tierra para poder restituir a una pareja indígena que vendría a San Luis, es muy fuerte porque los cuerpos vienen tomados de la mano y si la provincia nos da un lugarcito estos espíritus se liberarían acá. Tengo toda la fe y la esperanza de que suceda”, agrega.

“Trato de ser lo más Huarpe posible, y eso implica luchar contra el sistema”.
“Tenemos que amigarnos con la naturaleza, lo primero que tenemos que reconocer es que tiene vida, la naturaleza es la vida misma”, subraya el Omta. Al cazar, “quizás estarías cazando a tu mama, a tu papa o a tu hermano, tampoco talamos los arboles porque podríamos estar talando a un abuelo, no contaminamos el agua porque podría ser un hijo. Cuidamos y nos conectamos, pero en la vida cotidiana no indígena cuesta conectarse con estos elementos, porque no te dejan: hay mucho asfalto, trabajamos todo el día para poder subsistir y no nos queda tiempo para disfrutar de uno mismo y pasar tiempo con la naturaleza. Hoy todo eso es artificial y nos olvidamos de lo natural”.
En ese sentido, el Omta aparece como un guía para mantener la conexión con los elementos naturales. “Nosotros esencialmente somos mensaje, para nosotros todo es un mensaje. El Huarpe lee mucho los mensajes cotidianos para dirigir su vida, y el Omta es el que guía, porque ya ha vivido mucho tiempo, 50 años como mínimo, ha podido sobrellevar una familia, hijos, comunidades y ha podido guiar a futuros Omta. Entonces, el Omta puede modificar esos tiempos, contribuir al equilibrio y ayudar a lograr la sanidad en el otro: guiarlo por un camino sin espinas, ayudarlo a que las espinas no le duelan tanto o enseñarle a quitarse las espinas, eso hace un Omta”, explica Pachayk.
“Necesitamos políticas públicas para los que viven en el territorio”.
“Con respecto al gobierno municipal y provincial de San Luis, tengo muchas expectativas y esperanzas de un cambio y una aceptación de lo nuestro. Con el nacional no tengo ninguna expectativa porque ya aclararon todo públicamente, sobretodo la postura de la vicepresidenta en contra de la esencia indígena”, explica el Omta al ser consultado acerca de la relación entre las autoridades gubernamentales y el pueblo Huarpe. Y agrega: “he pedido audiencias y sigo esperando que el intendente nos reciba y podamos trabajar juntos por primera vez para que la comunidad indígena del ejido municipal pueda expresarse libremente”.
“Anteriormente hubo una mala gestión con lo indígena, mucha popularidad y mostrar, pero no hubo acciones reales ni se respetaron a las leyes. Las ayudas que dio el gobierno fue para un sector específico de la comunidad, pero no para todo el pueblo Huarpe. Los censos se hicieron con poca preparación y sesgados, y no dieron cuenta de la verdadera población indígena en San Luis”, advierte Pachayk.
“Hay muchos funcionarios que rechazaron nuestros pedidos, tengo una carpeta con documentos y los nombres de a quienes nos hemos dirigido e hicieron caso omiso a las leyes vigentes y a su función pública. A la exministra de Educación, Paulina Calderón, le presentamos nuestro proyecto de educación indígena en una escuela y la propuesta la metieron a expediente porque había que cambiar el título de los egresados de ese colegio, el –cambio de- título lo pasaron a expediente y hasta el día de hoy seguimos esperando. En esa escuela habían 900 matriculas, 400 eran de niños Huarpe”, denuncia el Omta. “Ellos tendrían que contestar porque no dieron respuesta al pedido de la comunidad y porque hoy muchos siguen en funciones, el castigo sería destituirlos porque no cumplieron con la ley”, sentencia finalmente.
Foto de portada: Tiempo de San Juan.

