Desde su habitación de adobe, Gautama Boggio compone sus creativas canciones y las comparte con el mundo.
La Eco Aldea Pangea, ubicada en las Sierras Centrales de San Luis, es una aldea cultural repleta de artistas que utilizan su talento para defender a la naturaleza con sus obras y mensajes. No podía ser diferente, ya que el proyecto ecoaldeano nació hace unos 16 años en la Escuelita de Circo-Teatro.
La comunidad de Pangea está conformada por actores, payasos, acróbatas, pintores, percusionistas, músicos, diseñadores, titiriteros, artesanos y artistas de la bioconstrucción que levantaron la aldea desde cero. Desde los 8 años, Gautama Boggio vive inmerso en ese entorno ecoaldeano donde, rodeado de cálidos personajes y naturaleza, el arte penetro su alma.
Impulsado por sus padres, el destacado pintor Daniel Boggio y la poetisa Claudia Malatesta, desde muy pequeño comenzó a jugar con la guitarra y a sumergirse en el mundo de la interpretación. “Recuerdo que mi viejo me ponía bandas de otros países y música rara, y eso me llamó mucho la atención. Cuando Daniel empezó a dar clases de guitarra, yo empecé a aprender a tocarla y con el tiempo fui progresando”, cuenta al ser consultado.
En sus inicios, participó en La Bandina –la banda musical de la aldea- y en las diferentes obras teatrales de la comunidad, también filmó sus primeros cortometrajes con la colaboración de los aldeanos y los amigos del campo. Luego, en su adolescencia, Gautama ingresó a la Escuela de Bellas Artes y se anotó en el taller de música. Todos los días el joven asistía a la escuela con una gran cresta punk y musicalizaba los pasillos con sus canciones. A la salida del colegio, solía ir al semáforo a tocar la guitarra y hacer malabares para rescatar unas monedas, ya que a su familia nunca le sobró el dinero.
“Con la práctica me empezaron a interesar más estilos musicales, antes me encerraba más en el punk, el reggae o el rock, y ahora escucho de todo. Siempre me llamó la atención la cantidad de sensaciones que puede transmitir una canción”, explica Gautama. En ese descubrimiento halló el rap, un género que le permitió expresar sus ocurrencias mediante rimas sólidas. Eligió Budark como nombre artístico, en honor al buda Gautama.
En los recreos, el joven solía protagonizar las riñas de improvisación y ni siquiera necesitaba una base, ya que siempre tenía su guitarra en brazos. Con sus creativas rimas se ganó el respeto de los demás raperos de la escuela, y luego comenzó a participar en las competencias de la plaza y del parque, ganándose un lugar en la escena puntana. Ya sea con una base o con su guitarra, Gautama se pasaba el día escribiendo temas o improvisando rimas, probando diferentes ritmos y explorando el infinito mundo del arte.
Sin embargo, el joven nunca se sintió a gusto con la ortodoxia de la Escuela de Bellas Artes y, además, tenía más de dos horas de viaje para ir a la escuela, entonces se cambió a la Generativa Nueva Humanidad. En 2019 culminó sus estudios secundarios y, en el verano de aquel año, trabajó como payaso en un tour temático de Potrero de los Funes, sumando más experiencia a su trayectoria.
En 2020 se anotó en la carrera de Periodismo, pero allí no encontró una vocación. El periodismo impone muchas limitaciones comunicativas a un mensajero tan libre como Gautama, y en la pandemia abandonó la carrera. Mientras buscaba su vocación, el joven se puso a trabajar haciendo changas de albañilería, ayudando en una bicicletería, siendo asistente de un técnico en refrigeración, vendiendo pan o haciendo arte callejero. A pesar de ello, siempre encontró tiempo para dedicarse a su arte, y ese año comenzó a publicar sus primeras canciones.
“Lo que me mueve a hacer música es poder encontrar una melodía que me llene y plasmar mis pensamientos sobre ella. Para mí la Eco Aldea es una gran fuente de inspiración, en el sentido de que veo el día a día de la naturaleza, los cuadros de mi viejo y vivo diferentes experiencias que me dan ideas”, explica.
Con un humilde teléfono, una guitarra y mucha pasión, Gautama compone y graba sus canciones en su habitación de adobe o en la casa de Matías Giachino, el vocalista de La Planta Reggae. Luego, en las juntadas aldeanas, deja relucir su faceta de comediante innato y junto a los demás payasos entretiene a todos los comensales, protagonizando un show que solo unos privilegiados han podido gozar.
Este año, la Universidad Nacional de San Luis –UNSL- abrió el Profesorado en Teatro, y Gautama decidió adentrarse nuevamente en el mundo universitario. A diferencia de la anterior experiencia, ahora ya hallo su vocación: el arte. “La música y el teatro van de la mano. Siempre me gustó hacer cosas raras con la cámara, filmar cortos y mezclarlo con la música. Por eso empecé a estudiar teatro, para aprender sobre la puesta en escena y la interpretación”, indica.
Recientemente dio sus primeros pasos como actor audiovisual, participó como extra en la película Blondi y aparece en más de una escena, también colaboró en El Hombre que Amaba los Platos Voladores, una película de Netflix pronto a estrenarse.
Así, el original rapero ecoaldeano sigue explorando el mundo del arte, anhelando poder vivir filmando descabellados metrajes y dándole ritmo a los festivales.


Una respuesta a “Gautama Boggio: el rapero de la Eco Aldea Pangea”
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